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136 Por lo demás, sabemos que cuando las nmas ofrecieron al Niño piedrecitas, o caramelos de los que se habían privado por El, tanto las piedrecitas como los caramelos se encontraron luego caídos por tierra 19 .» Detrás del misterio, la Madre Quiero decir aquí unas cuantas cosas, sin las cuales es imposible en– tender algo de todo esto de Garabandal. Y quiero decirlas con palabras de otro: «Garabandal nos da justamente el mismo son espiritual que las otras grandes apariciones marianas a las que la Iglesia ha concedido su vis– to bueno. «Nuestra Señora ha vuelto una vez más sobre la tierra, porque Ella es MADRE. No sólo para las videntes, o para algún grupo de_.almas selectas, sino para todo el mundo, este mundo que "cada vez va peor", como nos ha dicho Loli. »La Virgen Madre, en San Sebastián de Garabandal, ya no derrama lágrimas, quizá ante el triste resultado de las que derramó en La Salette o en Siracusa... Pero se ha escogido, para llevar con Jesús la Cruz redentora, a cuatro muchachitas inocentes, que ya no serán felices en la tierra: ¿cuatro pequeñas mediadoras? »Y a través de estas criaturas, es a todas las almas generosas a quie– nes se hace un llamamiento para que compartan, en cierta medida, la solicitud de la Madre por el mundo entero. »Ellas, las primeramente elegidas, recitaron un día el rosario dicien– do a la Virgen (seguramente bajo la inspiración de lo alto): "Santa Ma– ría, Madre de Dios y MADRE NUESTRA, ruega por nosotros, pecado– res ...". María ha vivido siempre, del pesebre al Calvario, con su Hijo, para su Hijo. Ella conoce las profecías... y el anciano Simeón le ha dado nuevas luces sobre la espada de dolor que habría de traspasar un día su alma. »María vivió así, a lo largo de la vida de Jesús, en una vibración espe– cialísima, donde se conjugaban la serenidad del espíritu y la angustia del corazón.. . La "com-pasión" de Ella respecto al Hijo es algo tan pro– fundamente emotivo, que sería casi necesario a cada uno de nosotros haber sido una de esas madres dolorosas para comprenderla. »Mejor que otras, el alma trágica española parece haber penetrado algún tanto en el misterio. Se ven con profusión en España estatuas o imágenes de Nuestra Señora: vestida de negro, con una corona de siete espadas penetrando en el corazón, y en las manos un pañuelo con el que poder recoger las lágrimas. »¿Por quién llora Ella? »María -nos dice el Evangelio al hablar del nacimiento de Jesús en Belén- dio a luz a su hijo primogénito. ¿Su primer nacido? Sí; su maternidad no iba a detenerse en Jesús: al pie de la cruz llegó a ser Ella la Madre multiplicada de toda la humanidad pecadora. Y des- 19 «L Etoile dans la Montagne» (núm. 15, págmas 42-43).
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