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134 «Es que estando yo antes .en la sala, sentí que me llamaba la Virgen por mi nombre... y me iba explicando todo lo que hacían las otras, y por dónde andaban...· ·. , .· Y sé más, que las otras . no saben todavía, que me lo dijo la Virgen. Me dijo Ella que habíamos de oír una voz, y que entonces habíamos de ir a donde nos llevara 16••• » «-¡Ay, Dios mío! ~xclamó Aniceta-. ¿Y si os lleva a tiraros de una peña abaju?» «-¡La Virgen nunca podrá hacer eso! La Virgen no lleva nunca por mal sitio. También me dijo que han de llegar tiempos en que hemos de negar nosotras mismas, porque vamos a dudar de todo, y va a llegar a dudar casi todo el mundo.» Así, pues, en estas primeras horas de la noche del 4 de agosto de 1961, apenas llegada Conchita a Garabandal de su estancia «desambiep– tadora» en Santander, se tiene el primer anuncio, secreto, confidencial, de algo que entonces nadie podía imaginarse, y que luego había de pesar terriblemente, como u;na losa de oscuridades, sobre el misterio de Gara– bandal: las negaciones de las videntes y la defección de gran número de sus seguidores. El velo no se corría del todo Las niñas de Garabandal veían y escuchaban ya aquí, lo que nosO:. tros ahora -tiempo de fe y esperanza- sólo podemos anhelar o pre– sentir. Pero el ver y oír de las niñas no era ya en la plenitud perfecta del «cara a cara» del cielo 11... El velo misterioso no se rasgaba del todo ni siquiera para ellas. El comerciante de Santander don Plácido Ruiloba, uno de los testi– gos que más cosas han visto en Garabandal, refiere de estos tiempos de 1961: «Yo le pregunté un día a Mari Loli qué era lo que veía durante los éxtasis o visiones en su casa... pues los techos de la misma son relati– vamente bajos, y poco a propósito para permitir a nadie éxtasis hacia arriba. «-Cuando veo a la Virgen, no veo el techo de mi casa: ¡la veo a Ella!, rodeada de una gran luz.» 16 Confieso que no puedo ofrecer ninguna explicación sobre este enigmático pasaje. Esperemos que se nos aclare algún día, pues el gran interrogante de Gara– bandal aún no ha sido cerrado. Nota de 1976: Ultimamente he podido hacer en casa de Jacinta, en Garabandal, algunas preguntas sobre este episodio enigmático, sin obtener apenas luz.. .; pero algo me ha llevado a pensar, si la Virgen no se referiría con esas palabras dirigidas a Conchita, a la «voz» de uno que entonces estaba vivo, y pronto iba a estar muerto: el P. Luis María Andreu. Sabemos que después de su fallecimiento, las niñas le «oyeron» bastantes veces en éxtasis, aunque sin verle (véase el próximo cap. VIII); y aquella «voz» misteriosa les dijo no pocas cosas de instrucción o de advertencia. 17 «Al presente vemos sólo como por medio de un espejo, como a través de enigmas; pero entonces (cuando hayan desaparecido las cosas imperfectas) veremos cara a cara... Entonces yo podré conocer como seré conocido» (l.• Cor. 13, 12).

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