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Los CAPUCHINOS EN VAIJADOLID 1630-1841 Y 1944-1:)94 de desembarcar en Laredo, pasa a Valladolid y reside en el :eferido con– vento de S. Felipe de la Penitencia, por algún cono espacio de tiempo, ya que habría que limitarlo entre el 3 de abril de 1577 en ::iue salió de Luxemburgo con Juan de Mazateve (3) y el 10 de julio el~ ese mismo año, "que fue el día en que yo llegué a dicha villa" (de S. Ce:xián de Ma– zote, provincia de Valladolid), conforme a expresa en el documento li– bratoria primero que citamos ( 4). Además Valladolid, aunqce no era por aquel entonces residencia habitual del Rey, significaba tocavía mucho para la Corte y a Felipe II no le sería muy grata la proximidad de la Blómberg por cuya falta de formalidad podía tener justificados temores. Que estuviese por algún tiempo, aunque breve, es casi c:e1to, ya que "consta que Doña Magdalena ele Ulloa, la viuda de Don Luis Quijada, pro– tegió muy singularmente al convento hasta el punto ele legar.e a su muer– te mil ducados y cien cargas de trigo am:ales" (5), y fue quier_ se hizo car– go, desde el primer momento, de la madre de Don Juan ele Austria». TOMA DE POSESIÓN 25 El 20 de abril de 1944, el Secretario de Cámara del Arzobi::pado comunicó d P. Provinci:J de los Capuchinos la pronta salida de las religiosas del convento. Para hacer los preparativos de la toma de posesión del coll'1ento recién compra– do, llega a Valladolid, el 23 de abril, el P. Avelino de Cedilla, Gcardián de Salamanca. Se aloja en los Franciscanos del Paseo Zorrilla. Aprovechó el 25 de abril para visitar al Secretario de Cámara del Arzobispo y, más tarde, se llegó hasta el convento, donde las religiosas estaban arareadas en deshacer– se de las escasas pertenencias que tenían. Las religiosas le hicieron ver al P. Avejno que su salida iba a retrasarse unos días, porque una de las religiosas estaba enferma y, según predicciones del médico, no estaría restablecida antes de primeros de m~yo. Aquel mismo día, en entrevista con el capellán de las religio~as, se convino en que dicho capellán siguiera viviendo en las dependencias que tenía ;:,ara su uso en el con– vento hasta que encomrara nuevo domicilio. Al día siguiente, el P. Avelino se acercó, de nuevo, al conver..to para inspeccionar, ya por dentro, las dependencias del mismo; esta vez acompafü;do por el párroco de San Andrés, Don Francisco Martín.
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