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EUSEBIO GARC.IA Dll PESQUERA LA 2.ª PETICION DEL PADRENUESTRO -«Cuando oréis, nos dijo Jesús, decid así: 'Pa– dre, que estás en los cielos... , venga a nosotros tu Reioo'». ¿Qué pedimos de verdad con esas palabras? Sin que se cumplan, lo antes posible, sus designios sobre nosotros y nuestro mundo. Pues bien, esos designios divinos es lo que yo he querido apuntar a grandes trazos en las páginas pre– cedentes (y en las que van a seguir) . Pienso que todo lo ya dicho -o lo que, al menos, he querido decir- puede sintetizarse así: -Hay un Plan de Dios para reinsertar en su di– vina órbita a la Humanidad y al Mundo, afectados de ,e{)Jtravío y deterioro por el Pecado del Hombre y los pecados de los hombres. -La realización de ese Plan está a cargo del Un– de Dios, el gran Ungido o Mesías, que para no– sotros es, sin la menor duda, Jesús de Nazaret, naci– do de María Virgen y de la estirpe de David. (Ambos puntos están explícitamente revelados en el admirable texto paulino de Ef. 1, 9-10: «Dios ha querido darnos ahora a ccrttocer el Misterio de su vo– lu,ntad ... , lo que El se propuso de antemano, para roolizarlo en 7,a plenitud de los tiempos: Hacer que -88-
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