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«-:<d:ARAN ATUA». j EL SEÑOR VUELVE! v1eJa esperanza mesiánica, como retoño impar del gran rey David, con plenitud de unción real». 'La institución de esa fiesta de la realeza de Je~ sús, el Crisb, trajo a la Iglesia innumerables bienes..., y los últimos mártires, en Méjico y en España, mu– rieron al grito de ¡Viva Cristo Rey!; pero no se ha conseguido de lleno su ambiciosa finalidad: contra– rrestar la inundación del liberalismo y laicismo ma– sónico, seudcdemocrático, que viene afectando mor– talmente, desde hace años, a las naciones de tradición y signo católicos. Esa inundación empapa ya de tal manera a toda Europa, que es tremenda verdad que Dios, por lo que respecta a Gobiernos, institiwiones e instancias oficiales) ya no tiene nada que hacer. 'Nuestra misma Iglesia católico-romana, en sus sectores progresistas, padece grave intoxicación de virus liberales-laicistas-masónicos. Y son muchos los que, hasta en el mismo clero, ya no se atreven ni a mencionar los posibles «derechos de Dios», ¡cuanto menos a hablar de un reinado externo, social y ver– dadero de s-J. Cristo! Si como ya queda apuntado, mu– chos de nuestros últimos mártires cayeron ante sus asesinos al grito de ¡Viva Cristo Rey!, hoy bastantes de nuestro clérigos pasarían por cualquier cosa (me– nos el martirio, natural.mente) antes que dar el mis– mo grito. Le tienen verdadera alergia, como si fuera imperdonable rebrote de cosas desfasadas, expresión vitanda de un caducado «triunfalismo». Ser laicista, - 79 -

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