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«MAllUN ATEA». ¡ EL sdoa vum:.u! fuera del Tiempo, en el ámbito de lo que no puede aca– barse, en el ámbito inmutable de las realidades eternas. Para el :;::i:dmer Juicio, ya queda apuntado, habrá de darse una res-.1rrección parcial de muertos: 'los de Cristo'; porque tiener.. que juzgar y reinar con El. Para el Juicio último se da::á la resurrección general, la de todos los muertos (Ap. 20, 12), porque se va a establecer la defini– tiva JUSTICIA, que afecta a todos: a todos y a cada uno, a todos y a todo. FIN DEL ESCOLIO No sé, de verdad, por qué esa persistencia entre nosotros de englobar en un solo 'momento' (el final) ese fabulosc conjunto de acontecimientos -juicios, reinados y resurrecciones- que habrán de colmar los «días escatológicos» ... Nuestro mismo Credo ca– tólico, con :odo su apretado laconismo, apunta ya como una cierta distinción: « Y de nuevo vendrá con gloria. Para juzgar a vivos y a muertos». Primero, cuando llegue la hora de establecer inequívocamente su Reinado, el Hijo del hombre tomará cuenta a hom– bres y pueblos -los hombres y pueblos vivos en tal hora- de su actitud hacia Dios y su Mesías ... Más tarde, cuando suene la hora que sólo el Padre cono– ce, la hora del FIN, las cuentas serán para todos sin distinción: para los hombres de todos los tiempos, vivos o rei2ucitados, justos o pecadores; congregados todos ante su Señor y Juez, se pondrá el acto final de toda la Historia. La multisecular y fascinante Aven– tura del hombre sobre la tierra habrá terminado, y - 73 -

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