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«MARA!'ll ATHA», j EL SEÑOR VUELVE! niendo. sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria» (Mt, 24, 30). «Yo os declaro -habla ante el Sanedrín de Israel, en respuesta a una conminatoria pregunta del Sumo Sacerdote--, que a partir de ahora cualquier dia podréis ver al Hijo del hombre a la de– recha del poder de Dios, y viniendo sobre las nubes del cielo» (Mt. 26, 63-64). PerfectE. concordancia se da asimismo entre lo escrito por Daniel acerca del futuro y misterioso «hijo del hombre» y lo que afirma S. Pablo sobre la final « entronización» de Jesús. Daniel: «A él se le dio imperio) honor y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le habrán de servir (7, 14). S. Pahl.o: «Es necesario que El reine hasta que to– dos sus e"'l,emigos le queden sometidos bajo los pies» (1.ª Cor. 15, 25). Tenemos, pues, que el profeta del Antiguo Testa– mento relaciona estrechamente la manifestación glo– riosa del Hijo del hombre, sobre las nubes del cielo, con su 'toma de posesión' del Reino, un reino que desbanca a todos los otros reinos, que lo abarca todo y que no puede pasar... ; lo mismo que escribe a pro– pósito de Jesús su apóstol Pablo, profeta del Nuevo Testamento. Ei deJ'l,.SO texto del Apóstol es de importancia ex– traordinaria para poder entender el alcance de la Pa- - 57 -
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