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EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA jandro Magno) (1), representados aquí, conforme a las antiguas especulaciones sobre kis edades del mundo, por metales de valor decreciente; y finalmente, el ad– venimiento del reino mesiánico. Todos los imperios te– rrestres se derrumbarán para ceder su pwesto a un Reino nuevo, eterno -porque está fundado en Dios-, el reino del Mesías)> ... Se supone, pues, que la enor– me profecía de Daniel quedó ya realizada con la ve– nida de Jesucristo, que se presentó a sí mismo como 'piedra angular' (Sal. 118, 22), 'piedra fundamental' (Is. 28, 16), piedra que «aplasta a aquél sobre quien cae» (Mt. 21, 42-44). «La piedra desgajada es el Me- que con todas aquellas mm11;arquías y dó la suya, espiritual y eterna» (Bover-Cantera). Sí, no cabe duda sobre cómo «en» la Iglesia se ha dado comúnmente por cumplida ya la profecía de Daniel... pero yo me pregunto: ¿puede decirse con verdad, y admitirse sin dificultades, que los constitutivos de dicha profecía quedaron ya hechos realidad con la venida histórica de N. S. Jesucristo hace veinte siglos: con su obra de restauración sal– vadora, con un reinado espiritual sobre porciones siempre minoritarias del gran conglomerado hu– mano? Volvamos al texto de la profecía: « De pronto, se desprendió una piedra, sin intervención de mano al- (l) Muchas veces se ha metido en esta sucesión de grandes impe– rios -y me parece que con toda razón- al Imperio Romano. - 48-
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