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«MARAN ATHA». Í Ell SEÑOR VUELVE! He aquí la nueva luz que asciende y busca su Cuer2:10 misterioso. He aquí, en el ancho sol de la mañana, el signo de su gloria. Y 'i'ú, que nos lo entregas cada día, revélanos al Hijo, potencia de tu diestra y Primogénito de toda creatura». ¡Enorme y urgente plegaria! Tiene toda la vibra– ción de inolvidables palabras de Jesús. 'Tú, Padre, que nos lo entregas cada día' (Jn. 3, 16) ... 'Revélanos al Hijo ... ' (Le 10, 22). Podemos ya replicar a la pregunta ¿Quién es El? con una respuesta acertada, aunque demasiado es– cueta; nuestra respuesta se hermana con la de Simón Pedro en aquel momento estelar que se vivió a pro– pósito de Jesús en los alrededores de Cesarea de Fi– lipo: «Tú etes el Mesías) el Ungido, el Hijo de Dios vivo» (Mt. 16, 16). Sabemos también lo suficiente, aunque ignoramos mucho más, sobre lo que El ha hecho y sigue hacien– do entre nosotros ... Pero, ¿qué podemos decir sobre lo que El habrá de hacer, sobre lo que tiene que hacer 'cuando vuelva'? ¿Sólo eso de 'juzg~r a vivos y muertos'? - 31-