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EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA tfoulo puede ser muy cuestionado en cuanto al alcan– ce de su contenido. Estoy convencido de que el insondable misterio de Jesús, el «CRISTO», el «EMMANUEL», nos que– dará en buena parte velado, si no acertamos a desve– lar eso que aparece a primera vista tan sencillo: « Y de nuevo vendrá con gloria ... » * Cuando he tomado por fin la pluma para ir con– cretando reflexiones, tengo sobre mí un día de inci– piente primavera, en que el mismo tiempo atmosfé– rico parece llevarnos al Señor, adivinado y sentido en aquel punto de mejor sazón que conoció su pasada presencia visible entre los hombres: Resurrección ... Ascensión ... Hoy es un día en que encaja de verdad el himno litúrgico: «Crece la luz bajo tu hermosa mano, Padre celeste; y suben los hombres matutinos al encuentro de Cristo Primogénito ... El es principio y fin del universo; y el tiempo, en su caída, se acoge al que es la fuerza de las cosas y en El rejuvenece. El es la luz profunda, el soplo vivo que hace posible el mundo ... - 30-