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«M'!.RAN A'l'HA». ¡ EL SEÑOR vum,vid para otros; fa :nisma suerte en este mundo, poco más o menos; los mismos derechos, las mismas facultades y dificultades ... Verdaderamente, ¡igualdad de opor– tunidades pan. todos! Como en el campo de la se– mentera, el mi:smo sol para trigo y cizaña, la misma tierra, la misma lluvia, el mismo rocío y los mismos vientos ... ¡Si hasta 1Y.J,rece que Dios tiene un especial empe– ño en mostrarse neutral, en tratar por igual a unos y a otros! -cEl Padre que está en los cielos hace salir su sol rpara buenos y malos) y envía la lluvia lo mismo rpara justos que para pecadores)> (Mt. 5, 45), Sí, ahora, -:erdaderamente, no se ve bien qué es lo que nos trae más cuenta; ni las cosas van mejor por ser uno bueno, ni de ordinario le pasa a uno nada por entregarse a la maldad. Todo esto, AHORA. Pero el AHORA pasa muy rápidamente. Y llega el DESPUE~. Un 'después' que, parece, no va a aca– bar nunca. Un 'después' inaugurado por lo que Jesús llamó «el tien:po de la siega». Y entonces se verá que, si cada uno ha podido ser libremente lo que ha querido, ya nadie podrá desen– tenderse impunemente de lo que haya sido. Se nos ha querido ahora en un régimen de libertad) sí; pero ¡qué fatal equivocación confundir esta temporal si– tuación de libertad con un seguro de impunidad... ! - 241-

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