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<(MARAN ATHA», i EL SEÑOR VUELVE! En este mundo de ahora tendremos de continuo cosechas cor..trapuestas, de mal y de bien, porque aquí, casi desde el principio, se vienen haciendo dos muy diferentes sementeras. -«El que- siembra la buena semilla, es el Hijo del hombre». Dios envió a su Hijo al mundo para que realizara la gran sementera del BIEN: verdad, justicia, cari– dad, honestidad y belleza, respeto y servicio mutuo ... ¡Todo lo que hay de mejor y más hermoso en este mundo, se lo debemos a El! O porque personalmente lo sembró y personalmente lo cultiva, o porque en nombre suyo lo han venido sembrando y cultivando sus precurs::>res y sus continuadores. El fin o.e tal sementera está claro: lograr una criatura humana verdaderamente « buena», perfecta en lo posible, honra de su Creador y confortadora compañía p3,ra sus semejantes; dicho de otro modo, afianzar al hombre en el Orden querido por Dios, que es precisamente lo que mejor 'le va' al mismo hom– bre, lo que de verdad le establece en el auténtico « bien estan. Pero en el mundo se hacen también otras se– menteras ... -«El enemigo que siembre la cizaña, es el DiablOl). -239-
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