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«MARAN ATHA». j EL SEÑOR VUELVE! Creo necesario repetir una vez más, que resucitar no implica de suyo la entrada inmediata en la vida plenamente l:ienaventurada del Cielo, ni que resulte ya imposible el llevar .aquí una vida del todo parecida a la nuestra. Si nos atenemos a los datos del Evangelio, verda– dera fue la resurrección del hijo de la viuda de Naím, y ... Jesús «se lo devolvió a su madre» (Le. 7, 15), sin duda para que siguiera viviendo normalmente con ella. Verdac.era igualmente la resurrección de Lázaro en Betania ... , y éste volvió con toda naturalidad a en– trar en el ritmo de aquel hogar que formaban en la mejor convivencia él y sus dos hermanas Marta y María (Jn. 11, 43-44). Por otra parte, tenemos que ya desde el principio ha formado parte del Credo de la Iglesia el artículo que nos habla del 'descenso' del alma de Jesús, que acababa de expirar en la Cruz, a los 'infiernos' (según decían nuestros viejos y admirables catecismos): mis– teriosos «lugares inferiores», totalmente distintos del Infierno de los condenados, donde las almas de los antiguos justos vivían a la espera de que la Reden– ción fuese consumada... Esa creencia está inequívo– camente expresada en nuestras Escrituras: Habla, por ejemplo, San Pablo de la Ascensión de Cristo, y comenta: «Esto de que 'subió' ¿qué quiere decir sino que antes bajó a las regiones inferiores de la tierra? El que bajó es el mismo que luego subió - 219 -

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