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EUSEBIO GARCIA llE PESQUERA la única 'suya', definiéndose en esta materia con pro– nunciamientos explícitos e inequívocos.) La otra actitud, la segunda, parece que responde mejor a lo que los mismos textos están diciendo, se acerca más a lo que debieron de creer o pen– sar los primeros cristianos, da mejor sintonización con el pensamiento judío, y tal vez esté oscuramente pedida por un «sentir» creciente entre los cristianos de esta hora. Nadie puede negar que contra la primera actitud o interpretación de los vaticinios «mesiánicos» se dan grandísimas -y no sé si superables- dificul– tades. También se dan contra la segunda, ¿cómo negar– lo?, dificultades no pequeñas; pero me parece que éstas sí se pueden superar. En orden a esto, a superar en J.o posible tales di– ficultades, me atrevo a hacer las siguientes obser– vaciones: l.ª La Revelación divina no ha venido a satis– facer toda nuestra curiosidad humana, aun la que podemos considerar como bien fundada o legítima... Dios no ha querido dar ya respuesta a todas las pre– guntas del hombre, sino sólo a las más urgentes o radicales, aquéllas sin cuyo esclarecimiento los hom– bres no sabríamos a qué atenernos en lo que más nos importa. - 208 -