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EUSEBIO CARCIA DE PESQUERA EL ORDEN DE LA PALINGENESIA Esa Regeneración que esperamos, fundados en palabras divinas, tiene un primer objetivo: restaurar o 'restituir' al hombre, y luego, como objetivo de complemento, hacer que la restauración alcance a todas las demás criaturas. Hemos escuchado a San Pablo hablándonos de una «ansiosa espera» que ahora palpita por toda la Creación ... ¿A qué apunta esa dolorida espera? El mismo lo dice: « Lo que aguarda la ansiosa espera de la creación es la 'revelación' de los hijos de Dios... ; y ser así li– también ella de su servidumbre, para partici– par en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm. 8, 19 y 21). No la creación a que nosotros «seamos» hijos de Dios, sino a que esta maravillosa realidad quede del todo patente. A la filiación adoptiva -gra– cia inmensa del amor del Padre- ya hemos llegado por el Bautismo (segundo nacimiento y regeneración por el Espíritu) ; pero nuestra condición filial respec– to a Dios está ahora oscurecida y cubierta por un espeso velo ... Ese velo debe ser quitado algún día, y apareceremos entonces con el ser que de verdad nos corresponde en cuanto «hijos». «Mirad ¡qué ariwr tan grande nos ha tenido el Padre, para que podamos llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos de verdad! -192-
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