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«MARAN ATIIIA», i EL SEÑOR VUELVE! Es la comprobación fáctica, experimental, de la maldición divina sobre la tierra que nos da el Génesis (3, 17-18). Esta realidad de « la Creación entera afectada pe– nosamente :;:ior el Pecado del hombre», es la que de– nuncia San Pablo en el texto a que antes nos refe– ríamos: «La Creación entera está en ansiosa espera (de ser liberada) ... nPorq,ue toda ella fue sometida a la vanidad, o frustración .. .; y ha ccddo en la servidumbre de la corrupción... )>Por es0_. no cesa de gemir hasta el momento pre– sente) como si est1wiera con los dolores de un difícil parto ... J> Y no 8Ólo ella; también nosotros, aunque ya tenemos bs primicias del Espíritu, no podemos dejar de gemir en nuestro interior, anhelando... )> (Rm. 8, 18-23). La cosa está clara: el universo material, creado para el hombre, participa forzosamente de su situa– ción y destino. Y así, se encuentra ahora en un esta– do violent::>, oprimido por esta miseria de frustrarse en muchos aspectos y de perecer, por la corrupción, en tantos de sus seres. La obra salida de las manos de Dios no tendría por qué malograrse así, en la vanidad y la corrup- -189 -

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