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«!!!ARAN ATHA». i EL SEÑOR VUELVE! LA ANSIOSA. ESPERA DE LA OREA.CION Ahora es ya alarmante la situación de este «am– biente» natural en que el hombre vive, y del que pe– rentoriamente necesita para vivir. Pero la mala si– tuación de la naturaleza no es precisamente de ahora ... San Pablo enseña abiertamente que también la Naturaleza está «caída», como el hombre; es decir, no está en su debido ser, sino en una situación de violencia soportada, en situación 'antinatural'. No es la 'Natura' en su prístino estado, sino la )natura lae– sa': natura herida = nat1,iraleza. A ella akanzó la maldición del pecado del hom– bre; del hombre que debía haber sido su dichoso y endichecedor amo: «A imagen tuya, oh Dios, creaste al hombre, y le encomendaste el universo entero, para que, sirvién:iote sólo a Ti, su Creador, dominara todo lo creado ... » (IV Plegaria Eucarística). Como el cmo se salió de lo suyo, la maldición del desorden cayó sobre toda la 'casa': «Maldito sea este suelo por tn causa. Oon f,at'iga habrás de sacar de él los aliment-os- que necesitas. .. Espinas y abrojos ten– drás en abundancia ... » (Gn. 3, 17-19). La Creac::.ón no es ahora para el hombre, ciertísi– mamente, b que hubiera sido, de no haber ocurrido la caída hun:ana en el Pecado. -187 -

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