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EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA tas en los que ya no es posible ningún tipo de vida, mares a punto de convertirse en inmensos estanca– mientos de detritus ... Sobre estos temas he hablado más de una vez con unos amigos chilenos que son núcleo decisivo en un pequeño equipo de investigadores sobre temas de «humanología» ... Anduvieron buscando punto de asentamiento por tierras de la península ibérica ... , y al fin lo encontraron en una alegre y modesta finqui– ta de nuestra 'Costa del Sol', término de Marbella (Málaga). Allí, en su casita blanca, «del monte en la lade– ra», que diría Fr. Luis de León, hablábamos cierto día de este progresivo y ya alarmante deterioro del medio ambiente, que pone asedio de muerte a los seres humanos ... Ellos daban explicaciones, aporta– ban datos y cifras, mostraban estudios de altos or– ganismos científicos, como demostración de que la cosa se nos está poniendo ya bastante seria. Al cabo de un buen rato, y para tomarnos una pausa de des– canso, salimos al porche de la casa: espléndida vista sobre la costa y su mar, bajo un cielo luminosamente azul... No había ruidos próximos; pero desde abajo, desde la orilla del mar, desde la carretera o auto– pista que le bordea, bien flanqueada de alegres cons– trucciones y de verdor (verdor subtropical), subía ininterrumpidamente hasta nuestro sosiego el sordo, monótono, lejano ruido de los cientos, millares de - 182 -