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EUSEBIO CARCIA DE PESQUERA y a los pueblos. No es posible salvar la buena mar– cha de la naturaleza, contraviniendo a las leyes na– turales. Pero ¿cómo puede pensarse en una vida sexual que :responda armoniosamente a las exigencias de conservación y desarrollo del cosmos humano, dentro de un sabio Orden Natural, si nuestra 'civilización' está montada sobre el paroxismo del sexo? Lo sexual es la máxima obsesión de este mundo nuestro. Pare– ce que ahí está el único 'paraíso' asequible al pobre ser humano; e ingente multitud de productos de la civilización, desde las diversiones hasta las consumi– ciones, se articulan obsesivamente en la sucia tarea de fomentar la lujuria. ¡Qué mundo nuevo, aquél donde los hombres se vieran libres de tal obsesión, y conocieran lo que es la sana vida natural, a partir de una alimentación e higiene adecuadas! 2. El problema alimenticio. Que no es precisamente el problema del hambre en el mundo. También éste es problema acuciante; pero el verdadero problema alimenticio está en la antinatural y disparatada nutrición de la inmensa mayoría de los hombres. El problema del hambre podría resolverse, y en eso parece que se está, por la multiplicación indus– trial de. .. cosas que llevarse a la boca. Pero el pro- -180-

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