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cMARAN ATHA». j EL SEÑOR VUELVE! «¿ERES TU EL QUE HABIA DE VENIR, O AUN DEBEMOS SEGUIR ESPERANDO ... ?» Así pregcmtaban un día algunos discípulos de Juan Bautista, desconcertados él y ellos ante las pri– meras actuaciones de Jesús de Nazaret, que no pare– cían compag::.narse mucho con las cosas que decían sobre el Mesías los Maestros de Israel... Pues bien, nosotros creemos -creemos con toda firmeza- que el Ungido de Dios, el Mesías o Cristo que se esperaba en el mundo, en conformidad con re– petidas promesas divinas, lo tuvimos ya en aqu,el su– jeto históriro que se llamó Jesús de Nazaret, el que a los treinta años de su edad se dio a conocer sor– prendentemente en sus tierras de Galilea como «pro– feta poderoso en obras y palabras» (Le. 24, 19), es– tando a la cabeza del Imperio Romano el César Ti– berio, presidendo al Pueblo de Dios, Israel, los Su– mos Pontífices Anás y Caifás (Le. 3, 1-2). ¿Por qué ese pueblo suyo no llegó a reconocerlo?, ¿por qué acabó rechazándole con el rechazo más vio– lento, el de ·.ma condena a la pena capital? Sólo los ;ieores tergiversadores del Evangelio, los que ahora le releen con mentalidad marxista, los que pretenden c::mfundir la Salvación cristiana con libe– raciones sociopolíticas, pueden decir que Jesús fue condenado por revolucionario, por haber tomado vio- -15 -

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