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cMAl!AN A'!'H,\)). Í EL SEÑOR VUELVE! primado de Pedro fue instituido después de la Re– surrección. Este sentido, por extenso, para mayor claridad, es el que se c.e-sprende de las palabras: «Mas AHORA mi reino no es de aquí». Pues es claro que aun cuando asiste a sus ovejas personalmente en la Eucaristía, y especialmente en los sacramentos y a través de la oración, no reina El visiblemente, sino el Papa. Por otm pa1·te,) hay que considerar que Jesucristo no vino a ser voluntariamente causa de pecado; por lo tanto, no vino a que le crucificaran, judíos y gentiles, pecando todos ellos. Así dice: «No tuvieras potestad alguna contra Mí si no te hu,biera sido dada de arri– ba. Por es:o, quien me entregó a ti, mayor pecado tiene». (J. 19-11). Con estas palabras, Jesucristo re– conoce que los que le entregaban) pecaban, y que el que le condenaba) en virtud de su poder civil, tam– bién pecaba. No es posible imaginar que en el plan de Dios exisNera el propósito deliberado de basar la Redención en el pecado de nadie.. Pecado es dar cabi– da a semejante supuesto. No impcrta que estuviese profetizada al detalle la Pasión y Muerte de Jesús. El plan de Redención nada tenía que ver, en su inicio, con la crucifixión. Si los judíos con los pontífices y sacerdotes le hubie– ran recibido como Mesías e Hijo de Dios, que era la forma con que se les presentaba, la Redención habría sido incruer:,ta y, para los hombres, podemos deducir, -163 -
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