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<lMARAN A'fHA». i llJL SEÑOR VUELVE! Sob:re L palmotean cuantos pasan por el camino; silban y menean la cabe7.a, para decir con burla cruel: '¿Esta, la ciudad «de perfecta hermosura», « el gozo de toda la tier:ra» ?' ... Lloran todos los caminos de Sión, porque ya nadie los pisa para venir a nuestras solemnidades ... » (Lm. 2, 13. y 15; 1, 4). XPero Jerusalén resurgió de aquellas ruinas, y vol– vió a ser gozo de Israel... hasta que llegó la hora de lla postrera justicia. Bien a pesar suyo, tuvo que anun– ciarla Jesús: «Gran calamidad se abatirá sobre esta tierra, y una gran Cólera flagelará a este pueblo: caerán muchos a filo de espada, y muchos serán lle– vados cau:.ivos, dispersados por todas las naciones... Y Jeruaalé-n será pisoteada porr los gentiles hasta que los tiempos de las naciones estén cumplidos» (Le. 21, 23-24). Ahora, veinte siglos más tarde, Jerusalén está materialme::: i.te reconstruída; pero aún del todo lejos de sex· lo 1ue debe: capital religiosa del mundo. Llegarán días, sin embargo, en que sí lo será. « ¡Arríba, Jerusalén, que ha llegado tu Luz! Y la gloria de Yahvé ya amanece sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra, densa oscuridad.sobre los pueblos; - 153 -
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