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EUSEBIO GARCIA Illl PESQUERA alegría de toda la tieTra. « ¡Monte Sión, vértice del Cielo, ciudad del Gran Entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar... «Lo que habíamos oído, lo hemos también visto en esta ciudad del Señor de los Ejércitos, ciudad de nuestro Dios: que El la ha fundado para siempre... «Dad la vuelta en torno a Sión, contando sus torreones, contemplando sus baluartes, observando sus palacios ... para que podáis decirle a la próxima generación: '¡Así es nuestro Dios, nuestro Dios por los siglos de los siglos, Aquél que nos conduce!'» Esta ciudad, orgullo de todo Israel, cayó tiempo después, por sus pecados, en la 'abominación de la desolación' ... Y uno de los que más la habían amado, el profe– ta Jeremías, habría de desahogarse patéticamente ante el espectáculo de su humillación y de sus ruinas. -« ¿A quién te compararé, oh Jerusalén? ¿Quién te podrá ya remediar y consolar, hermosa hija de Sión? :Grande como el mar es tu quebranto! :I'fo sé si ya tienes cura ... -15.2-