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:<MARAN ATHA». j EL SEÑOR VUELVE! sor, rey de Babilonia: fue el final del Reino de Judá, o del Sur, cuya capital era Jerusalén. Pasados ~os famosos '70 años de Cautividad', vino la restauración en la época persa, con el gran rey Ciro autorizando y hasta promoviendo el regreso de los cautivos a su patria ... Pero la nación israelita ya no volvió a reconstruirse de verdad, ya no volvió a ser la de a::ites. Sólo una parte de los muchos depor– tados o dispersos tomó entonces el camino de la vuel– ta a Palestina; era el «resto» de Israel, sobre el que tanto había profetizado Isaías: «gn 'resto~ 'IJolverá, sólo un resto, el resto de Ja– cob, al Dios fuerte. «Que, aU:11,que sru tu pueblo, Israel, como la,. arena del mar, sólo un resto de él volverá. Se ha decretado un exterm-inio, bien cargado de justicia» (10, 21-22). Los repatriados pertenedan en su gran mayoría a la tribu de Judá. Los demás quedaron en el «des– tierro» ; y allí siguieron sus hijos ... , y sus nietos ... , aunque, eso sí, más de uno bastante bien instalados. Siglos después, llegó la última y más terrible dis– persión: le. llevaron a cabo los romanos, como final del largo y encarnizado «Bellum Judaicum», la Gue– rra Judía, que había de historiar el judío helenizado Flavio Josefo. De esta última dispersión están aún por recupe– rarse los israelitas, pues el reciente y actual Estado - 147 -

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