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<CMARAN A'll'HA», l EL SEÑOR VUELVE! después de sL muerte. La nación en cuanto tal estuvo y sigue estar.do en contra suya. ¿Entonces? Esto es lo que tenemos: Por un :ado, claras promesas divinas ... Por el otro, el hecho de que no se han cumplido... ¿Puede fallar así la Palabra de Dios? ¡No! Entonces, forzosamente hemos de pensar que vamos hacia unos días en que las tales promesas, aún incumplidas, tendrán pleno cumplimiento. Y Jesús ocupará de verdad el trono de David, su padre. Y de verdad reinará en la casa de Jacob por siglos. Y este cumplimiento de las promesas no puede quedar parrx, cuando El vuelva «en el Ultimo Día». Porque, primeramente) entonces ya no tendrá sentido eso de ser 'Rey de Israel'; toda distinción entre pueblos se habrá entonces acabado, y menos que nunca po– drá hablarse de 'judíos y griegos, bárbaros o escitas' (Gal. 3, 28) ... ; para aquel 'día' ya no habrá más que dos agrupac::.ones humanas: los « benditos», a la de– recha, y los <,malditos», a la izquierda, sean de la raza o nación que sean (Mt. 25, 31-46) ; -139 -

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