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EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA ((Vas a Cü'lloebir en tii seno; y vas a a luz un al qite debes pmwr el nombre de Jesús. ((¡Será grande! Se le llamará Hijo del Altísimo. «El Señor Dios le el trono de David,, su pa– dre; reinará en la casa de Jacob por siglos... ; y su Reino no tendrá fin» (Le. 1, 30-33). Pero tan prometedores anuncios parecieron malo– grarse -ya hemos dicho- en el peor de los fracasos. El señalado por ellos, el hijo de la nazaretana, fue llevado a la muerte, ¡ejecutado!, en temprana edad... ; y precisamente, sobre su cabeza ensangrentada de fla– gelado y crucificado aparecía -e'scrita en las tres lenguas decisivas: hebreo, griego y latín- la causa de su ejecución: ((JESUS el Nazareno, REY de los judíos,> (Jn. 19, 19-20). Allí en la cruz, aparecía él llevando corona en la cabeza... , pero ¡una corona de espinas!: se le había puesto como la más despiadada burla a sus ridículas 'fantasías' de realeza (Jn. 19, 2-3). ¿Dónde estaban entonces las promesas proféticas que se le habían hecho por boca del Angel de la Anun– ciación? -«El Señor Díos le dará el trono de David, su padre... ». -134-

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