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«l!XAlRAl'I ATJ!l[A». ¡ IEL SllÑOR VUELVE! el pueblo de Israel (materialmente pequeño, casi insignificante; pero de inmenso alcance en lo espi– ritual), y los gentiles (masa de hombres y naciones que no estaban en 'la descendencia' de Abraham; des– vinculados de Dios, por consiguiente) . Los gentiles para él eran muy concretamente los pueblos paganos por los que andaba dispersa la 'diás– pora' judía, los pueblos paganos con quienes los israe,– litas mantenían algún contacto. Precisando aún más, bien podemos decir que la Gentilidad era entonces, para S. Pablo y todos sus connacionales, el Imperio Romano, que englobaba en una realidad político-cultural inconfundible a todos los pueblos de la tierra,,., la tierra que un israelita podía conocer. Y así vemos que para el Apóstol,' griego' era rigu– roso sinónimo de 'gentil', porque griega era la cultu– ra y el habla de todos aquellos gentiles con los que él trataba (R:n. 10, 12; I Cor. 1, 22; Gal. 3, 28). Teniendo esto en cuenta, bien podemos decir que la condición puesta en la Epístola para que llegue 'la hora de Israel': que antes 'haya entrado' la totalid:ctd de los gentiles, no parece cosa que esté aún sin reali.– zar... Porque todos los países que formaban en aque– l.los días el gran Imperio Romano, 'entraron' ya, unos tras otros, en el Cristianismo, y han vivido de él, aun- -119 -

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