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<MARAJ\T ATHA)), j EL SEÑOR VUELVF;! El Apóstol, al hilo de sus consideraciones, se sien– te en diálogo con el cristiano de origen gentil, que puede tener la tentación de subestimar la «gracia» de Israel: -«Si la raíz es santa, también las ramas. Es ver– dad que muchas fueron desgajadas, mientras tú, brote de acebuche, olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar, participando ahora de la rafa y la savia del verdadero olivo; pero no te engrías contra las ramas naturales. Y si tienes la tentación de engreir– te, sábete que no eres tú quien sostiene la :raíz, sino al revés: la :raíz tei sostiene a ti. Tal vez digas: 'Las ramas fueron desgajadas para ser yo injertado'. Bien, por su, infidelidad fueron ellas desgajadas, mientras tú, por l,a; fe, ocupaste su lugar; pero de nue– vo te digo que no te engrías, más bien, te'.me. Porque si Dios no ;ierdonó a las ramas naturales, no va a ser más indulgente contigo. « ¡Considera atentamente la bondad y la severidad de Dios! s~veridad con los que cayeron; bondad ha– cia ti. .. , si es que te mantienes en la gracia de esa bondad, porque si no, también tú acabarás desgajado. «Por lo que respecta a ellos, estoy seguro de que, si no se obstinan en su incredulidad, serán reinjerta,– dos: que poderoso es Dios para insertarlos de nuevo en el olivo. Si tú fuiste traído del acebuche que eras por naturaleza, para ser injetardo contra tu propio natural en el olivo cultivado, ¡con cuánta más razón -115-
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