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«3!1'.ARAN A'l'HA». iEL SEÑOR VUELVE! dad' fue objet:.vamente tremenda; pero subjetivamen– te quedó aminorada por su 'ignorancia' o incapacidad de comprender... Y Dios n.o sei ha desentendido de su pueblo. Ahora ellos, en cuanto pueblo, 'expían' su pecado; pero El les llama a cada uno, como a los demás hombres, a acogerse al Mesías que rechazaron, por la fe en él, y la conversión y el cambio personal. 3. Se le concederá a Israel una nueva oportu– nidad. Creo que están suficientemente claras las palabras de S. Pedro, que antes transcribimos (no olvidemos que hablaba en Jerusalén, a una multitud de judíos que no eran precisamente 'de Jesús'): «Arrepentíos y convertíos... Así vendrá del SEÑOR (Dios) un nuevo Tiempo de Consolación) en que El reenvíe al Ungido que os habio. destinado, a Jesús) a quien por ahora debe retenr:r el Cielo) hasta el tiempo de la Restau– ración Uni'l)e:"sal... ». Ningún pueblo ha esperado tanto como Israel esa Consolación que 'había de venir de parte de Dios'. De ella hablé principalmente Isaías (cap. 40), y desde entonces la ~ban viviendo con particular intensidad 'los pobres e.e Yahvé». Dos de sus mejores represen– tantes aparecieron en el templo nacional de Jerusa– lén cuando la Presentación allí del hijo de María, a los cuarenta días de su nacimiento: el anciano Si– meón, «homore justo y piadoso, que esperaba la Con- -107 -

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