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t<MARAN ATHA», j EL SEÑOR VUELVE! de Nazaret. Pero Dios llevó así a cumplimiento lo que había anunciado por boca de tantos profetas: que su Ungido (Mesías, Cristo) tendría que padecer... «Ahora, arrepentíos y convertíos a El para que vuestros p-ecados sean perdonados. Así, vendrá del Señor un nu,evo Tiempo de Consolación, en que El re– envíe al Un;¡ido que os había destinado, a Jesús, a quien por ahora debe retener el Cielo, hasta el tiempo de la Restau-ración Universal, de que Dios ya nos ha– bló por boca de sus santos profetas» (He. 3, 17-21). Hay en este pasaje del Nuevo Testamento, en estas palabras inspiradas del primero de los apóstoles y Cabeza de l.a Iglesia, unas cuantas afirmaciones o apuntes de gran importancia esclarecedora: 1. Según designios misteriosos de Dios -hasta cierto punto desvelados por los viejos profetas-, su Ungido,. el Mesías) 'tenía que padecer'. Es lo c¿ue ocurrió con Jesús, presentado a Israel por Juan Bc.utista como «Cordero de Dios que viene a quitar les pecados del mundo». Y si vino primera– mente así el Mesías, fue a causa del hundimiento mo– ral de los hombres: había que salvarlos, obteniéndoles el Perdón y 'expiando' por ellos ... A pesar de los anuncios proféticos, nadie en Is– rael contaba con una venida así del ansiado Mesías; los mismos discípulos de Jesús se mostraron perti– nazmente incapaces de comprender esto, corno de- -105 -

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