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«MARAN ATHA>>. j EL SEÑOR VUELVE! cantando fei'Vorosamente: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! También en la jornada del Adiós, la de su glo– riosa Ascensión al Cielo, pareció darnos Jesús la se– guridad de que el abandono de su pueblo, con su con– siguiente ruina, no iba a ser cosa definitiva. Le preg1.:.ntan entonces los discípulos: « ¿Es aho– ra cuando 'J,as a restablecer el Reino de Israel?». (¿No hablarían así ellos por 'cosas' que le habían oído a El?) Y replica Jesús: «No os corresponde a vosotros el saber ya de tiempos y momentos) cuyo secreto gwarda el Padre bajo su exclusiva autoridad» ... (He. 1, 6-7) . Esta res:;mesta de Jesús no presenta la espera de una Restauración del Reino en Israel como sencilla– mente impensable; sólo advierte que no debemos per– dernos inútilmente en cábalas o conjeturas sobre las fechas de unos acontecimientos, cuya entidad y mo– mento opor:uno sólo el padre conoce, porque sólo El ha podido decidirlos, y a nadie todavía los ha que– rido desvelar. Aquellos discípulos de la primera hora, continua– dores inmediatos de la obra de su Maestro-Salvador, deben dar de lado por entonces a toda expectación por un Isrc.el políticamente restaurado y glorioso conforme a la creencia general de la nación. ¡Ellos - 101 -

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