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84 FR. EUSEBIO GA.RCIA DE PESQUERA. Madrid, d 18 de enero de J 934. Y ¡para ,que viesen igualmente que el hacerse Terciarios no era cosa pasada de moda, les refirió y ,comentó a,lgunas noticias de actualidad franciscana. Sin darse cuenta ni el Padre ni los chicos había pasado ya un rato bien largo. Las sombras de los árboles eran muy alargadas por el suelo de la huerta. La del nogal ya había dejado de cobijarles... : les ,estaba dando el sol, un sol de despedida, y sin poder ,ofensivo. Antes de levantarse, quiso el P. Fidel aclarar muy brevemente un punto de importancia: lo de ser ccjóvenes franciscanos>> era. cosa accidental, aunque de subida estima ; habfa de venir, sólo como hermoso estilo o matiz de perfección sobre lo que era sustancial y básico,· y que él intentaba conseguir de manera más inmediata: el hacerles ccjóvenes cristianos» de veras. La cosa a nadie podía interesar tanto como a ellos. No fueran a cr,e,er que le hacían un favor correspondiendo a sus llamadas... ; él sentiría gran satisfacción viéndoles en torno suyo, pero no sería 1 precisamente él el beneficiado... Para ,ellos era para quienes resultaba de interés ,ccvitaln ,la realización de lo que traían entre manos. -¿Veis ,este libro? Es el segundo tomo de una novela de Mauricio Baring, ,que tiene un título bien ,enigmático: ccC.». His– toria lamentable de u~ muchacho que estuvo dotado de las me– jores cualidades, y... murió, sin haber llevado a cabo nada de provecho. Todos le llamaban ccC.», pero su nombre completo era Caryl Bramsley. Educado en los más afamados Centros edu– cativos de la Gran Bretaña-Eton, Oxford-, con inmejorables disposiciones para la literatura y la :poesía, sin estrecheces eco– nómicas... , vivió, sin embargo, de manera que al morir alguien ,pudo resumiir su historia en esta terrible definición: ce Una vida echada a perder.» »Varias veces, antes del hudimiento final, advirtió el infeliz lo que estaba haciendo con su vida ; pero nunca tuvo decisión para poner remedio, disciplinando su indolencia y sometiendo aquella pasión sin ley que le llevaba hacia Leila Bucknell. La comprobación más angustiada del fracaso total de su vida la hizo él poco antes de su última enfermedad, en el curso de una reunión que se celebraba en casa del embajador inglés en París. El cantante Foscoli interpretó varias melodías, acompañándose

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