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652 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA La ,comunión fué nutridísima. Y llegó ,al fin la hora de ocuparse en otras cosas. La mañana estaba verdaderamente espléndida. El viento y la lluvia de la noche precedente parecían haber renovado todo, desde el azul del cielo hasta el verde de los prados ; sólo ,el agua del río bajaba turbia. El ,albér,gue resonaba con el trajinar de las chicas que se entregaban a sus tareas, y la mayor parte cantando alegremente ... Poco antes de comer se tuvo un acto patriótico-político, y al final tuvo que hablar ,el P. Fidel. Aquello le ,cogió algo de sorpresa, pues él había llegado allí sólo para confesar y :predicar en la ,capilla. Mas no se negó, por– que si era sacerdote y rdigioso, también era español, y buen español. y no podía considerarse ajeno ni indiferente a nada que redundase en bien de la Patria. Felizmente se recordó de las palabras pronunciadas por José Antonio ,en abril de 1935 ante un grupo de mujeres de Don Be– nito (Badajoz), y de tales palabras se sirvió para empezar: ccNos– otros sabemos hasta dónde cala la misión entrañable de la mujer y nos guardaremos muy bien de tr,atarla nunca corno tonta des– tinataria de piropos. No se la puede distraer y sobornar con un jarabe de palabras bonitas, para relegarla luego a un papel frí– volo y decorativo. »Pero tampoco somos feministas. No entendemos que la ma– nera de respetar a la mujer ,consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempr,e me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva-entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos-todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman su– periores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las fondones femeninasn ... El P. Fidel foé haciendo un comentario bastante bueno de estas palabras joseantonianas, tan cargadas de contenido, y se detuvo luego muy co:mplacidamente en desentrañar otras no menos enjundiosas que seguían: «Si hubiera que asignar a los sexos primacía en la sujeción a una de las dos palancas-el egoísmo y la abnegación-que mueven a las personas, ,es evi-
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