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648 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA el bien hagamos con ansia inmensa, sin esperanza de recompensa, como las aguas del manantial.>> >>·e Entendéis vosotros la ·lección ? No resulta diHcil. »Está patente, queridos a~igos. lo que hace el agua del ma– nantia.l. Ella nace mansamente, ,en tranquilos borbollones, y mansamente se va deslizando ; pero ¡ cuánto beneficio prodiga a todos en su ,curso ! »Al campo, suave frescura; hojas, al árbol ; vida, a la flor ... »Y a lo~ viajeros, la más deliciosa mitigación de su calor y de su sed. »Y todo mansamente, sin darle importancia, como la cosa más natural y obligada, sin pedir ni •esperar recompensa... »¿ Cuándo aprenderemos nosotros esta lección de las ,fuen,– tes? ¿ Cuándo haremos que nuestr,a vida vaya discurriendo en beneficio de todos, a la manera de las aguas del manantial? A ve,c,es no nos preocupamos siquiera de hacer un poco de bien ; a veces sí quer,emos hacerlo, pero de modo que nos ,lo paguen en una forma o en otra, o ,que nos lo agradezcan siquiera, o cuando menos que se enteren de que lo hacemos y nos están obligados... · »Lo verdaderamente hermoso y perfecto es atenerse a lo de la poesía: ((El bien hagamos con ansia inmensa, sin esperanza de recompensa, como las aguas del manantial.» Pocos días más tarde de la excursión a Pajares se le presentó al P. Fidel otra ocasión de subir por la montaña leonesa. Esta vez fué a uno de sus lugares más bravíos y hermosos: Vega– cervera, lugar y pueblo bastante célebres por sus Hoces o des– filadero. Había allí un albergue veraniego de la Sección F,emenina de Falange, ,con muchachas procedentes de varios distritos univer-

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