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644 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA J>,¿ Quién ,piensa en las viejas solas, en las viejas mudas e im– potentes, en esa ,casi extinción de quienes .fueron niñas en flor, mozas deseadas, esposas y madres en su trono?... Luego viene la muerte: un ataúd claveteado, unas cuantas lágrimas, un pu– ñado de tierra, tal vez un nombre escrito y el eterno ol~ido te– rreno. Ji »Desolador resulta este balance hecho por el singular escritor italiano sobre el destino de la muj,er. Un auténtico cristiano po– dría poner bastantes toques cla;os en la negrura de cuadro tan sombrío ; pero hemos de confesar que sustancialmente se ajusta bien a la realidad de la vida y de las cosas. >>e Tornaréis ahora como prueba de quereros mal lo que os dije antes en el sentido de que me gustaría veros morir jóvenes? Cualquier cosa podría darse por evitaros ,ese destino y final tan lastimoso que habéis escuhado a Papini. Habiendo cumplido ya la misión señalada por Dios a cada una, ¿ qué mejor que acabar en plena primavera, cuando todo está en su punto de .gracia y frescura, y podéis dejar para siempre una imagen de vosotras mismas radiante de atractivo? No sé para qué desear una vida larga. Para lo que ha,cen muchas... Y teniendo presente en qué paran ... J> i Que por lo menos Dios os conceda a todas vosotras una juventud inmarchitable en el espíritu I J> II A princ1p1os de julio juzgó el P. Fidel haber llegado ya el momento de hacer algo por la resurrecci6n de •ccAvanzadilla}). Y empezó las gestiones oon la misma autoridad provincial que lo había suspendido... Mas pasaban los días, y el Gobernador Civil daba muestras de tener poquísimas ganas de solucionar favorablemente el asun– to. Pensó entonces el P. Fidel: ¿a qué estar perdiendo el tiempo con subalternos? Lo mejor es ir directamente a la cabeza. Pensado y hecho. Dirigió al Ministro de la Gobernación un razonado escrito o <<memorial» sobre el ,asunto. Y esperó con– fiado.

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