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TEMPORAS DE PRIMAVERA 633 encontró más tcrpe que nunca para hablar, incapaz de decir a todos las palabras de consuelo que exigía la situación. ((¿ Dónde está ?n fué lo úr:ico que salió de sus labios. Le pasaron a la habitación fúnebre. ¡ Sí, allí estaba ella! Allí'. estaba Josefina, aquella criatura tan singular, a la ,que, en Dios y para Dios, tanto había él amado ... Las lágrimas asomaron a sus 9jos... ((Pero, Señor: _¿es posible que te la hayas llevado tan pronto? ,¿ Por qué ella, y no otra?...» Se dió cuenta de que no estaba allí para tristes soliloquios, y dijo con voz apagada: ((Vamos a r-ezar un responso por su eterno descanso.>) Mientras lo h~cía, pudo observar lo que no había advertido antes, demasiado impresionado: ¡ el aspecto de la :muerta ! Esta– ba bellísima en la majestad de la muerte. Su rostro aparecía ungido de pláci¿a sereni<dad ; ,era una expresión como nunca él había visto. Diríase que la paz y la dicha propias de la Patria de la Luz habían querido dejar un tenue destello ,en aquel cuerpo virginal que pronto recib.iría la tierra ; y una sonrisa a lo án,ge,l había dado última forma a ,aquella cara tantas veces contraída por la fuerza del dolor. Contemplando a la dulce muerta se experimentaba verdadero consuelo, y el Pe Fidel sintió que su primera -tristeza se con– vertía, si u·o en gozo, sí ,en algo que Henaba de suavidad ,el co- , r-azon. Josefina estaba amort~jada con d hábito de la Inmaculada: blanca túnica c;ue Je llegaba hasta los pies y una banda azul a su .frágil dntura; junto a la banda azul, su cordón franciscano y, sobre el pecho, un gran escapulado de terciaria. -¡ Da ,gusto contemplarla !-se le ,escapó al P. Fidel. -i Verdade-:amente !-corroboró una vecina que acababa die llegar-. Debfa:1 hacerla una foto. Al P. Fidel no le pareció maJ la idea. Mas, por otra parte, ¿ no sería casi como una profanación turbar ((aquello», aquello impalpable que se ·veía y respiraba, con -las manipulaciones de un fotógrafo? _,y o-dijo a poco la misma muj,er-voy a traer a mis hi,jas, que tienen mucho miedo a los muertos, para que la vean. Se– guramente que ese miedo se les quitar,á. i Si es que da ale,gría

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