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TEMPORAS DE PRIMAVERA 61 Aquí se encontrará siempr,e inestablemente ... , como uno que se cobija ,en tienda de campaña. Y 1es natural que el hombre no aoabe de encontrarse a gusto en la tierra... , y que ande siempre como un inquieto buscador de algo ... , y que en su vivir abunden más los suspiros que las risas... «Gemimos anhelantes)), dice el Ap6sto1; y, ciertamente. la mayor parte de las cosas que encontramos en el vivir del hom– bre no son er. el fondo más que brotes, conscientes o incons– cientes, decorosos o miserables, de un continuo suspirar por algo que nos .falta y que debe venir, por algo oscura<rnente .deseado y presentido. ,((Andamos peregrinando, lejos del Señor)) ... Sí; nosotros veni– mos, pasamos. seguimos... , pero. nuestro forzoso andar, si bi,en ]o entendemos, no .es cosa desesperante ni absurda, como dicen muchos. Está esencialmente presidido por una finalidad, tiene de Heno un sentido tan misterioso como real. Los peregrinos, aunque se detengan o den rodeos, saben a d6nde se dirigen ; nosotros, los cristianos, también lo sabemos: vamos hacia Dios. Un día nos alejamos culpablemente de El. y ahora tenemos que ir haciendo, penosamente, el viaje de retorno. La mente del P. Fidel trabajaba ahora a pleno r-endimiento; pero hubo de cortar el hilo de sus r,eflexiones porque el tiempo apremQaba. Y lo cort6 con verdadera pena: j sugerían tanto aquellas pocas líneas paulinas ! · Antes de cerrar el libro del Nuevo Testamento, quiso ver si aquello de la 2.ª Epístola a los Corintios podía considerarse como alg,o perteneciente a una constante y perfocta<m•ente de– lineada manera de entender el vivir, propcia de nuestros maes– tros en la fe, o había sido tan s6lo algo ,«fuera de seriell, algo que se ocurre de pronto y no se repite, parecido a un relám– pago extraño que iluminara por una sola vez la esclarecida mente. del Áp6stol Y no tard6 en recordar ,que el mismo S. Pablo -en su carta a los Hebreos... Sí; j allí estaba! Capítulo XIII, v•er– sículo 14: «No tenemos aquí ciudad permanente, sino que an– damos en buEca de la venidera.,) ¡ Ah ! Pero no s6lo frases ais– ladas, como ésta del capítulo Xlll ; ,en aquel otro hermoso capí– tulo en que :1abla die la fe de los antiguos patriar.e-as, podían encontrarse pruebas repetidas de c6mo S .Pablo tenía muy en el

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