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TEMPORAS DE PRIMAVERA 625 puedo: me gusta vestir con pulcritud y elegancia (nunca con indecenc,ia) ; alterno en ~itios donde r,eine la honestida,d, muestro buen humor y río de buena ,gana con las amigas... Sólo Jesús debe ,contemplar mis sacrificios; los demás, ¿ qué necesidad tienen de saberlos? Puedo estar de merienda en una confitería o restaurante, y en vez de pedir aquello que más me gusta, pido lo otro, que me va a alimentar lo mismo, pero que no es tan grato a mi paladar. Y así, miles de detalles, que en cada mo– mento va sugiriendo el Amor. nEl apostolado me obsesiona. Siento ,grandísima pena de ver almas que andan en oscuridades, porque nadie les da luz. ; seres que se tronchan de tristeza, po:- falta de consuelo ; personas que caen y no se levantan, porque no hay qui,en les tienda la mano ; en fin, una humanidad enf,erma, porque muchos tien~n escrúpulos en acercarse a curarla. Yo hago todo lo que está a mi alcance, con el ejemplo, corÍ la palabra, con e1 esfoerzo ; pero io que yo puedo es muy poco, y como la necesidad es in– mensa, siento sobre mí una ,carga terrible: la necesidad de orar y sacrificarme, para que Jesús, que todo lo puede, se apiade de nosotros y nos salv,e. >iUno de m:s grandes amores es la pureza, y por eso me llega al corazón que algunas se atrevan a decir que tal como están las cosas hoy día, es ,imposible co~servarse del todo puras en las r,elaciones... Yo, a mis veintiún años, sé por experiencia que sí es posible, y discuto acaloradamente con ellas, y lloro cuando veo tan cambiadas a chicás antes tan piadosas y tan sin mancha.,., y me mortifico por ellas diciéndole a JesÚ,s: c{Señor, ¿ qué importa que yo me deshaga, si esto ayuda para que u.n alma pase del campo del pecado al de la ,gracia?» >)Comprendo que casi todo mi bien se lo debo a la comunión. No recuerdo haberla perdido ningún día desde hace bastantes años. Las veces q1Je he estado mala, aunque hubiem pasado en cama todo el día, a las siete de la mañana siguiente ya estaba yo en pie para ir a r,ecibir el pan que sana y da foerza. He renunciado a viajes que me ilusionaban, sólo porque durante ellos no podría recihir algún día a Jesús... Pero El me lo paga bien, accediendo a rveces a mis s.úplicas de una manera mara– villosa... Más de una vez me ha ocurrido, despué,s de llevar algún'
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