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TEMPORAS DE PRIMAVERA 615 acabarán como Dios quiere y manda ; tarde o temprano empe– .zar,á a hablar ia lujuria. Es tontería el hacerse otras ilusiones, el querer comportarse con plena libertad y desenvoltura como si, en vez de l:ombres con naturaleza viciada, fuéramos ángeles sin seXlo y sin instintos. >> Y cuando en un noviazgo empieza a hablar alto la lujuri~, cuando su vez ,es ,casi la única que habla, entonces todo e,st~ perdido, todo queda profanado: a su voz, ,como a fa voz de la serpiente, según la vieja canció.n india, asoma el rostro des,car– nado de la muerte ... »Entre las torpezas se va ahogando todo lo mejor de la JU• ventud, que ya no es un canto de vida y esperanza, sino un gruñir de instintos bajos. »Gran cosa es el amor ; pero ¡ en qué cosa más ruin se con– vierte si entra por caminos de sensualidad ! Habían ellos co– menzado con limpia alegría: mirarse a los ojos, repetirse mil v,eces la canción de su ·cariño, soñar... Ahora, después de entre– gados a la apetencia brutal, al goce prohibido, ~ qué queda? ,cc .. .La noche llega: las ramas que se columpian, hablan de las hojas secas y de las flores difuntas.>> (RUBÉN DARÍO.) »Al verlos. bien pudiera ,c1·eerse que se amaban. ¡ No I No se amaban. Se conocían demasiado para eso ... », escribió. A. Dau– det. El pecado :-epetido rompe fádlmente los encantos que mejor sostenían la nntua ,estima ; y luego, sobre las ruinas y las mi– serias de lo que tal vez fué un hermoso amor, sólo flota 1,a mal– dición de Dios y la. probabilidad de un porvenir poco venturoso: c,:Dios castiga las ruindades de novios, cuando casados, pues el que siembra pecados cosecha infelicidades.» (VICENTE fRANCO.)

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