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610 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA brutal, en vulgarísima pasión fisiológka. Entonces, sobre los su– cios restos de lo que fué un amor, ·podrá escribirse un desolador epitafio ... nEn esto de los amor-es, o amorfos, deben de ser muchos los que no empiezan mal ; pero sé que ,son bastante pocos los que terminan bien. nRecordad la historia de Fausto y Margarita, inmortalizada por Juan Wolf,g,mg Gothe. Fausto encuentra por primera vez a Mal'garita a ,la salida de una iglesia-,la joven era piadosa- ; y d escéptico doctor se dirige a ella muy ,galán: <e Hermosa seño– rita: ¿puedo ofrec-eros mi compañía y mi brazo ?n -c<No soy ni señorita, ni hermosa .(replica ella, que se daba cuent,a de su modesta condición) ; ni necesito tampoco que nadie me acom– pañe para volverme a mi casa. n ¿Cabe una actitud más digna y cauteíosa? Pero, ¡ lo que es -el ,corazón humanó !, aquella misma tarde. Margarita, sola en su cuarto, no hacía más que pensar en el lance, diciéndose a sí misma: «Daría cualquier cosa por saber quién era aquel caballero de esta mañana. Su rostro y su porte indkaban bien a las claras la nobleza de su estirpen ... »Al cabo de algÚn tiempo, la misma Margarita de la respuesta tan discreta del primer día aparece avergonzada y llorosa ante una imagen de la Virgen de .Jos Dolores: c<Dígnate, Madre afli– gida, compadec-erte del sufrimiento horrib,le que :me abruma... ¿ Quién es capaz de soportar este tormento -que me desgarra el alma? i Tú sola, oh Madre ! Tú sola, que sabes de amar y su– frir ... Cuando al amanecer cogía para Ti estas flores, he regad~ con mi llanto todas las de la ventana, y no han bastado para secarlas todos los rayos del sol, que no tardó en inundar mi alcoba. 1 S(ilvame del deshonor y de la muerte ! D~gnate inclinar sobre mi dolor tu frente divina! n »e Qué pasaría entr:e aquel comi-enzo y.a dicho, y este final de tragedia? Os lo podéis suponer. »¡Y la historia se repite tantas ve-ces ! Porque el mundo está lleno de Faustos y Margaritas, y siempre está a punto algún diablo Mefistófeles, para atizar el .fuego y preparar las oca– s10nes. »Ya veis cómo el amor, que suele tener muy hermosas apa– riencias y no m,alos comienzos, puede convertirse ,en c<enemigoi,
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