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TEMPORAS DE PRIMAVERA 59 La del desesperado ... , que puede desembocar en un mugrien– to existencialismo, marca ccsuburbios de ParÍsn; o ,en la tan es– téri,l cuanto •amargada aceptación de do que no tiene remedion, es decir, de un ir viviendo sin sentido; o en ,la decisión, tan ccmade in U. S. A.n, de acaba,r de una vez ,con todos los problemas lan– zándose al vacío desde el piso 14 de un rascacielos. En el curso de todas estas reflexiones el P. Fidel de Peñaco– rada estuvo sentado a la mesa, "con la pluma en l,a m,ano y unas blancas ·cuartillas delante, sobre la negra carpeta. Pero la pluma no escribía nada, porque aquellas. reflexiones no eran para ser dichas en público a las chicas. Lo que había de decirles a ellas no acababa ahora de ccsa- 1irl.ell ... Fué pasando un -rato de penoso esfuerzo mental. L,a ,pluma se mantenía sobre las c-.iartillas blancas, pero inactiva. En tres ocasiones empezó a moverse con cierto arranque .... , que pronto se oortó. El P. Fidel se encontraba desasosegado y 'mo– lesto: no conseguía •escribir más de cuatro o ,cinco líne•as s,egui– das... , y lo escrito no le gustaba. Estuvo por dejar ,la plumia .con g,esto de muy mal humor y hacer añicos la única cuartilla que tan torpemente habfa ido emborronando. ,¡ No acababa de dar forma a los pensamientos que oscuramente se movían por las es– tancias de su cerebro! La mejor atención de su espíritu no logra– ba poner orden y luz en aquel confuso tropel de ideas que ~ban y venfan. El quería dar en pocas y bellas ¡palabras una ho,nda e::x:pli– 'cación de todo este oontinuo ir, pasar, seguir... , ,a que los ho·m• bres •estamos irremisiblemente condenados sobre la tierra. Le vino muchas veces a las mientes la tan conocida sentencia de que ,cda vida es un viajell; se acordó, y remiró incluso, cierto pasaje ,en que Ortega ry Gass•et (ccEl Espectadorn, 1921; ccEn el trenn) comenta es,e dicho, explicando la razón que tenían los .ascetas .p,ara considerar así la vida (y metiéndose de paso humo– rísticamente con ,el P. Juan Eusebio Nier,emberg)... Varias vec,es apretó ,entre sus dedos la pluma, decidido ya a escribir resuel– tamente sohr,e tal idea de la ,cvida-viaj,en ... Pero otras tantas acabó desistiendo, porque la dicha expresión no lograba satis– facerle del todo: echaba de menos en ella ,el sentido divino o religioso qe debe tener nuestro <c,pasarn por la vida.

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