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604 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA dirigieron a la iglesia, seguidos de alguna ,gente •curiosa; allí se rezó el rosario y se hizo el ejercicio de las flor.es con cánticos en honor de la Madre del Amor Hermoso. El Sr. Cura estaba emocionado: {<1j Oh, si yo tuviera en la parroquia una juventud así ! Los chicos van frecuentemente a León, mas parece que de la ciudad sólo aprenden lo peor... n Los de la Juventud Franciscana no cantaban únicamente en la iglesia. Formando hermoso coro mixto, volvían a León ale– grando su marcha con los más bellos aires regionales. A veces humorísticos, como éste : «¿ Para qué quieres el pelo, que te da por la cintura, si eres hija de hortelano, nacida entre la verdura? ¿ Quién te regal6 esa saya, pintada de mil colores, que la guardas en el arca entre manzanas y flores?» Otras 'V•eces el ,canto popular tenía un algo melancólico. como uno que hablaba de las campanas de Olivares, tristes y silen– ciosas por el fin trágico de la bella condesita de Altos Mares... A tenor de esta excursioncita a Villaquilambre se fueron ha– ciendo otras en las tardes de los domingos de mayo, tardes sere– nas, con fragancia de campo florecido. La Madre dd Amor Her– moso podía sonr.eír complacida al ver tan bien juntados en las almas de sus hijos jóvenes el bullicio de la alegría y el límpido encanto de la honestidad. Sin ,embargo de todo esto, el mayo de aquel año, con toda su plenitud de primavera, dejaba en el alma del P. Fidel ~n extraño poso de melancolía. ¿ Sería por cierto presentimiento de que ya no volvería él a cantar ccVenid y vamos todosn en unión de aquellas almas juve– niles, para las 1 cuales había volcado lo mejor de su espíritu y de su juventud ? ¿ Sería por ver cómo Josefina se marchitaba a ojos vistas, y esta vez muy en serio ?

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