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TEMPORAS DE PRIMAVERA 593 de advertencias y consejos, no quedará. El resultado dependerá casi enteramente de ti. »Si eres muy franca al exponer, y luego enérgicamente d6cil para cumplir, las cosas marcharán bien. Quien, llegado su «tiem– po de amar», se acuerda de que hay padres y cori/esores a quie– nes oír, y 1a oración para obtener de Dios lo que no puede dar– nos nuestra· naturaleza vkiada y débil, puede ,estar casi segura de que hará 1 con fortuna su navegación por los difíciles mares del noviaz;go.n Aquella noche Marí.a ,de la Gracia se durmió feliz. ¡ Ya po– día hablar francamente de sus cosas con aque¡_ que tanto 'la había ayudado en todo, y a qu:,en tan de v,erdad quería en el Sefior ! m Pocos días después de esta última entrevista con María de la Gracia, recibi6 el ,P. Fidel una carta de Rosa María de los An– geles, Y con la carta en la mano, pensó: ¡ En el camino de las almas cuántos misterios hay ! • Una que empieza su juventud so– ñando en amores y hogares felices, termina consagrándose a Dios ,con muy serios propósitos de renuncias her-:>icas; otra que siente primero la atracción del ideal más diffoiL y sueña con darse a Dios por completo (y que tan a propósi:o par,ecía para semejante destino), acaba cediendo al encanto de esa felicidad tan rosada y fácil que viene a ofrecer el amor humano .. , Bien, que Dios bendiga a ambas y guíe sus pasos por tan distintos de- rroteros. , La carta de Rosa María hablaba de sus ,experiencias y vida en la Casa-Noviciado. Aquella estupenda muchacha seguía con el mejor espíritu... Lo cual no quería decir due todos sus días fueran pl.enamente radiantes, sin nt\bes sombrías que ocultasen el esplendor del soJ o el azul del firmamento; tcmbién ella iba sabiendo de jornadas grises y de •«noches oscuras:>. Pero a través de unas y de otras, trataba de ir resueltamente a Dios, y ya iba aprendiendo que no se puede llegar a Dios si no se «pasa por todo» ; las horas de transfiguración Yienen entre,•eradas con jor– nadas de ,cruz a cuestas.