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TEMPORAS DE PRIMAVERA 57 podía, por la necesidad y el gusto de •aprovechar hasta el último minuto de tie:npo. Sólo cinco se había concedido par,a aspirar a pleno pulmón, de pie en la ventana, aquel delicioso y fra– gante vaho que subía del jardín. Y volvió a su trabajo. Por lo mismo que él se había dedicado con generoso entu– si,asmo a la Venerable Orden T,ercera de S. Francisco, el aten– derla como quería, para no decaer ni estancarse, le iba exigiendo cada día más... En cuanto a los resultados, su impaciencia de trabajador joven hubiera 1querido v,erlos más rápidos y copiosos; [JJew en realidad no podfa quejarse, pues se iba logrando no poco. Todos notaban ya el pálpito de una vida nueva en aquella Hermandad leones,a de la V. O. T.: aumentaban las solicitudes de ingreso, los «v-eteranos)) cumpHan más as,idua y entusiasta– menle, el grupo juvenil femenino crecía, y actuaiba, 'Y empezaba a ser ya lela gracia y 1a levadura>> de toda .la masa teróaria... Precisamente en este ,grupo juvseni,l estaba :pensando muy in– tensamente ac;uella tarde el P. Fidel de Peña~orada. Había que ir organiz,ando algo en serio, para que la buena disposición de todas rindiera más... , y no sólo en .la básica tarea del mejora– miento individual de cada una. Se le iban ya ocurriendo varias cosas... Pero i siempre las dichosas di 1 ficultades ! No podía ir de frente a sus objetivos ; tenía que maniobrar c-onstantemente para disimular en lo po– sible sus verdaderas intenciones. i Y los caminos de rodeo son tan largos y frecuentemente tan fastidiosos. ! .Poniendo fin a sus cav,ilaciones acerca de una posible y ,eficaz· organización, comenzó a pensar con urgencia ,en .lo que habría de decir a ,sus jóvenes en 1a próxima r,eunión, que sería la tarde del día siguiente. Lo que les habí.a dicho hasta entonces se mantenía por lo gener.al en una línea de acción que pudiera calificarse d-e nega– tiva, puesto que había sido ordenado a la destrucción o elimi– nación de algo: lldesengañarlas:,> de esto o de lo otro ... , que– brantar su excesivo y naturalísimo apego a una vida iplacentera o fácil..., d.eshacer el ((enc,antamienton que pudiese estar ejer– ciendo sobre ellas 1a tan incitante VANIDAD de,l mundo, vani– dad ,que era como la atmósfera en que s•e movía forzosamente su vivir joven... Por eso había insistido él tanto en hacerlas descu-
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