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TEMPORAS DE PRIMAVERA 585 vamente, sino ,con la misma certeza del triunfo, viendo ya a ((Avanzadilla». de mano en mano por la caHe, con más éxito que nunca, y a veces experimentaba como un vago presentimiento de que nada de lo de antes volvería a resucitar de que· su emo– cionada experiencia de apostolado juvenil iba fatalmente hacia el ocaso, de que «todo aquello» quedaría tan sólo en aventura fugaz, aunque inolvidable, de sus mejores años de juventud, de sus ,personales «Témporas de primavera»... Aquel :mismo ejer– cicio de las F,lores al atardecer parecía dejar en su alma un extraño regusto de despedida, bajo la mirada de la Madre del Amor Hermoso, Reina de la Juventud. ¿ Sería porque ya nunca más volved.a a juntarse con ellos y ellas para cantar a la Virgen el ,«Venid y vamos tod~s» de cada mayo? Josefina, que no estaba muy cargada de ocupaciones, acudía casi todas las tardes ,al ejercicio de la iglesia ; lo prefería al de! local juvenil ,por estar en presencia de Jesús Sacramentado. y tan;ibién un poco por ,oÍr cantar a los coristas Una tarde de domingo salió el coro con el cántico ccComo celebra mayo alegre ruiseñor, asi cantar quisiera tus glorias y tu amor... » Tal cántico ,gustaba sobr,emanera a Josefina. Ya la primera vez que lo oyó en un mayo precedente la había impresionado, aun sin entender :muy bien la letra. Ahora que la conocía, por haberse ;procurado una ,copia, lo paladeaba cnn emoción. Esta v,ez le llegó más al alma que nunca. Ya la petición final de) coro-,c<Tú, las ,(flores) que el cielo brota, siembra en mi corazón»-, con no tener valor especial, le :¡:areció una clara invitación a desprenderse definitivamente de la tierra, donde tan pocas flores había conocido. y poner toda su capacidad de ilusión o de ,esperanza en aquella :Patria celestial donde nunca podI"án marchitarse las flores. Pero fué en la estrofa cuando la emoóón que enternecía su alma llegó al máx:mo. El sol.ista cantaba, admirablemente por cierto: ccDesde hoy, en tus grandezas pensar, es mi placer: mi amor y mis delicias, tus gracias merecer... »