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584 FR. EUSEBIO GARC!A DE PESQUERA el coro, ofrendaban a la Virgen el ,gratísimo obsequio de unos cánticos «de mayo» que se escuchaban con delicia, no obstante la ingenuidad de sus versos, que parecían literatura de adoles– cente. Mas como no todos los muchachos y muchachas de la Juventud Terciaria podían asistir a aquellos cultos, por razón de la hora, el P, Fidel puso otro «ejercicio de las Flores» una hora más tarde, en el angosto localito de «Avanzadilla». Tal ejercicio era menos solemne que el de la iglesia, y algo más corto, pero tenía la ventaja de resultar más íntimo y .familiar. Arrodillados ellos y ellas sobre las desnudas tablas, rodeaban al altarcito don– de tenían la Virgen al alcance de la mano: ,el altarcito lo habían preparado varias chicas. y cada dos o tres días se adornaba con nuevas .flores, que ellas también se encargaban de buscar. Allí se oraba y se cantaba como a media voz, en la manera y tono que mejor van a ,las confidencias, a las cosas que de verdad salen del alma. Luego, el P. Fidel sabía escoger tan bien las lecturas para aquel acto ... El espíritu de los muchachos se iba ungiendo con el mejor óleo de la devoción a María. Terminado ,el ejercicio piadoso, las miradas, y frecuentemen– te también ,los comentarios, se iban hacia -el otro rincón del local donde aparecía, mustio y silencioso, el ,pequeño ajuar de «Avanzadilla»: dos mesas, unas carpetas ya con polvo de inac– ción, y un armario que se avergonzaba casi de no tener nada que guardar... -¡ Me da una pena mirar para ese rincón !-decía a Valen– i:ín Negrete cierta tarde la buena de Celia Núñez. -Y a mí. ,Aunque ahora estoy mucho más descansado, siento nostalgia de todo aquello de antes: el teclear de la máquina que nos prestaban, el frecuente sonar de los cordoncitos al abrir y cerras las carpetas, el paso de quienes subían y bajaban... -¿ Cr,ees tú que volverá aquello? ~En esa esperanza estoy. El Padre Fidel ha dicho que por ahora nos ,conviene dar tiempo a que los ánimos se vayan cal– mando ; pero que en el momento oportuno se acudirá a donde sea para conseguir la reaparición de nuestro periódico. Sí, el P. Fidel había dicho eso, y ,en eso estaba. Mas no se libraba de tener alternativamente sentimientos encontrados. A veces se sentía muy optimista, no sólo con ganas de batallar nue-

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