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TEMPORAS DE PRIMAVERA 579 gente labor desarrollada? ¿No buscamos transformar el mundo? j Transformar el mundo! No sé si tan alta aspiración de,jará de ser algún día lo que ahora sólo es: un puro y casi irrealizabl~ ideal. Entonces, ¿ estamos perdiendo el tiempo? ,¡ No I Si no lo– gramos transformar de veras el :mundo, j ev5tar:emos siquiera que se pudra por completo I Si no podemos Huminarlo cabalbente, j algo será que ahuyentemos en parte sus tinieblas I Hay que saber aceptar con buen ,espÍritu hasta los r,esultados más pe– queños. No hay que hundirse en el negro pesimismo de aquel señor Cura que, por no ver en sus feli:greses durante los días que siguieron a una Misión el mismo. fervoroso entusiasmo que había reinado durante ella, escribía descorazonado a los PP. Mi- sioneros: «é El fruto de la Misión? Siento decirlo: · Domingo, lunes y martes.... ; y el miércoles, como antes. n »No podremos cambiar en seguida al mundo y a las almas, pero importa muchísimo que se mantenga ,en alto la LUZ y siga obrando Ja SAL.» La conversación entre el P. Fidel y Francisco Campo con– tinuó aún, por,.}os humildes paseos de la huerta franciscana, bajo la alfa serenidad de aquella tarde de sábado. Al despedirse, el joven entregó al P. Fidel dos cuartillas es– critas a máquina: ~Tenga ; cuando esté en la celda, lea eso. Lo tenía prepa– rado para nuestro «Avanzadilla>>. Mas no en la celda, sino en el silencioso jardín conventual lo leyó el P. Fidel, aprovechando la última luz de la tarde. ccÜESPEDIDA EN PRIMAVERA »La vida es milicia siempre. Pero mucho más la vida de un cristiano. Cristo manda y e} cristiano obedece. Toda la comple– jidad de nuestra vida ofrendada a Cristo se reduce a eso: El manda y nosotros obedecemos. »Al escéptico, estas afirmaciones tan sencillas le parecerán «misticismo» sin fundamento. t Que Cristo ,manda? ¿Cuándo? tCómo?

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