BCCCAP00000000000000000000753
TEMPORAS DE PRIMAVERA 51 sido tampoco capaz de ponerse a pensar, en aquellos instantes maravillosos: s6lo ,contemplaha, oía, y sentía... gozosamente. Aunque era buena terciaria franciscana, el es,píritu del seráfico amadór de tedas las criaturás no alentaba todavfa en ella con la fuerza necesaria par:a haceria pror,rumpir espontáneamente ·en fervoros 1 as alabanzas al Creador de todo aquello ; el Santo de Asís no encontró por esta vez en el corazón de su pequeña hija una versión ,:r:ueva para su «Cántico dd hermano Soli>. Varias campanadas secas y ,potentes causaron de pronto a Mada de la Gracia una poco grata sacudida. Era el gran reloj del Hospicio, o Residencia Provincial, que ,allí desde lo alto, a pocos metros de distancia de ella, estaba dando, bien insensible a todos los e:l!cantos del día, las nuev,e de la mañana. ~¡ Dios mío ! ¡ Las n:ueve ya! Cuando llegue, me va a matar mi madrina. Y fa joven, aturdida y eX"citada, esbozó como una carreritia en d:rección a su casa ... Pero al cabo de unos segundos, ni ella misma hubiera sabido decir si aquella carrerita había sido por llegar ,antes, o por desahogar ,en forma muy decorosamente disimulada las verdaderas ganas de saltar que le habían entrado contemplando la alocada ,alegría de los pájaros ,en el pequeño parque-jardín de San Francisco. Ya subfa -de dos en dos .las escaleras de la -casa, cuando oyó el abrir y cerrar de la puerta de su piso. «Será la madrina)) pensó ; pero se encontr6 de pronto con la ,muchacha, que salía , a unos recados y compras... ........;¡ Hola, sor Simplicia !-la saludó aleg,remente María de la Gracia. Había puesto a la chica aqueil nombre humorístico por– que Ia definía bastante bien: ,con sus veintiún años, era bue– n:aza,y -sufrida, ·bastante c-ándida. y no muy háhil ,para las labores, pero fiel y pia,dosa. -Usted siempre con Ias mismas ganas de tomarme el pelo ... Me par,ece que viene con demasiado buen humor. No lo tenía tan bueno la madrina al marchar ; se llegó a impacientar bas~ tante, porque usted no acababa de volver, y ella quería darle va– rios encargos. Hace sólo cinco minutos que se ha ido. --Bueno, muj,er ; hace hoy muy buen día, y no vamos a enfa– darnos por pequeñas cosas. Ya se le pasar-á todo. Verás cómo
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz