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TEMPORAS DE PRIMAVERA 47 docilidad. En la serena y graciosa cabeza de María de la Gracia ya se iban movilizando ciertos rep.aros que podían oponerse al impecable discurso del Padre ... Aquella chica no era de las que se ,conforman en seguida con todo ; no estaba hecha de la <,buena pasta>) de quienes, como el famoso Vicente, acostumbran ir <<a donde va la gentell. A pesar de su externo aire infantil, y casi tímido, ,ein el fondo de su alma se imponía ,con voz poderosa un afán, quizá inconsciente, de mantener muy personal independen– cia en el pensar y en el vivir. María de la Gracia daba de buen grado al P. Fidel toda la raz6n que tenía... Pero ¿ qué era lo que él intentaba? ¿ Acaso supra.mir en sus almas juveniles toda clase de ilusiones? ¡ No tenía derecho a exigirles que dejaran. de soñar cosas bellas para el porvenir ! ¿Qué mal ,podía haber en que ellas sofiaran... , con tal de mantenerse siempre dentro del ,amplio recinto de una moral vigorosa, pero sin exageraciones ni ñoñerías? Ella no podía ad– rmitir que fuera ,lo mejor para reaHzar bella y 'cristianamente una vida, el •verlo todo, desde el principio, con un mirar de viejos: tr,iste y marchito mirar, que, se,~Úill decían, era siempre dejado en los ojos del alma por ,el paso acelerado del tiempo ... Como s,i el P. Fidel hubiese lddo en la blanca frente de la joven terciar:a, pr,osigui6: -Yo no quiero que renunciéis a soñar. El soñar, además de no .(c,costar nada>J, puede co·11tribuir a que se logren muy buenos resultados en la vida. No, no pretendo (ni podría tampoco con– se~uirlo) que ceguéis en el .2Jma teda cap.acidad de ilusi6n... Pero j si yo trato más bi,en de que podamos ilusionarnos juntos ! No habl6 ligeramente quien dijo: <cA los pueblos no los han movido nunca más que los poetas; y jay del que no sepa levan– tar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!n. El mismo que termiin6 su discurso fundacional en el teatro de la Comedia de Madrid convoca~do a todos a integrarse c<en un movimiento poéticon, para ir levantando su ·c<fervornso afán de EspañaJJ. nSi yo os ~e invitado a r,euniros aquí, es también porque quiero conmover vuestras almas poniéndoles delante afanes y ,empresas de la más alta poesía... ¡ C6mo me gustaría entusi.asmaro•s ,a todas, para que de estas reuniones surgiera otro mov,imiento, también
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