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44 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA o apuro de venir a hablarle. Volveré, Padre, volveré; no lo dude. He sentido un gran alivio ... Me voy muy contenta. -Bueno, mujer; ,pues que Dios te bendiga. Pídele a Jesús Sacramentado, antes de salir de la iglesia, que te ayude con gracias muy especiales para que sepas corresponder a su amor. La joven permaneci6 durante un buen rato en el templo. Arrodillada en un banco cualquiera, pero no muy lejos del co– mulgatorio, con la cara escondida entre las manos... , ¡ algo dirí~ a Jesús! Seguía en el recinto sagrado el bullir de actividades pr,ppias de aquella tarde de vísperas-vísperas de las más santas jornadas cristiano-litúrgicas--,, produciendo en ,diversos puntos unos rumo– res semi.aipagados... Seguían los ramos de laurel y romero perfu– mando el ambiente con castos olores de naturaleza sana... Pero ningún rumor tan hermoso para Dios, ningún aroma tan delica'1o, como el orar de aquella jovencita, que sentía cerca del Señor Sacramentado la ,emoci6n de haberse encontrado al fin con lo que podía ser su verdadero camino. II La tarde del juev,es de Pascua, con I.a última luz del día,' unas 35 j6venes se congregaban en el recibidor grande del con– vento de San Francisco, de Le6n. Se había acordado tener siempre en jueves las reuniones semanales o círculos de formaci6n con el P. Fidel, ,porque siendo en tal día, las asistentes podían hacer, con la menor pérdida de tiempo posible, dos cosas muy buenas: primera, asistir a la Hora Santa eucarística en la ig,lesia, de 7 a B, y segunda, tomar uarte en la reuni6n del recibidor, de 8 a 9. - Aquel jueves, de hermosura 1 pascual y abrileña, el P. Fidel de Peñacorada empezó a hablar sobre un tema que a todas tenía que r:esultar agradable: LA VIDA. ~Amadas jóvenes: Casi todas vosotras estáis en una edad en que no se piensa -con hondura en la vida, pero con ella se sueña casi constantemente. Soñáis estando despiertas, y la fan., tasía-gran tejedora de ilusiones-va forjándoos un porvenir todo